lunes, 14 de febrero de 2011

tecnología e infidelidad

Psicologa Social Maria Mondelli. Autora
 
Tecnología e infidelidad
 
La noticia dice que cada vez se inician más demandas de divorcio que tienen como causa la infidelidad comprobada mediante la tecnología : emails, mensajes de texto, chat, etc.

 Carlos entró a la consulta como loco.  

Ya la seguí con el  GPS  del teléfono móvil, le revisaba los mensajes de texto, la cuenta de mail y hoy la había perseguido con el auto. Estaba seguro que tenía otro hombre.

Pero otra vez más no había encontrado nada que le confirmara y mucho que le hiciera dudar.

Y ahí recomenzaba el problema.


Cuando no se cree en el otro, cuando se sospecha, no alcanza con no encontrar las pruebas. La falta de confianza ya está instalada y siempre se piensa que se puede ir más allá. Ir siempre por máspara saber. Y este camino no tiene límite para el que busca encontrar, y puede transformarse en una obsesión y de allí a vivir un infierno. Y hasta a la violencia,   en  un vínculo que no tuvo esta característica hasta ese momento. 

Entonces, si con no encontrar no va a alcanzar para confiar, ¿Estará en "buscar encontrar" la respuesta a la pérdida de confianza en la pareja?.
Pensemos : cuando "creemos" en la pareja, ¿es  porque resulta razonable descartar de plano  que el otro pueda sentirse sexualmente atraíd por otra persona que no seamos nosotros  o nosotros por otra persona que no sea él?. ¿O es que aceptamos convivir con el grado de  incerteza que la condición humana implica, tal como quien  sube a un avión y  viaja  tranquilo. aunque corra los mismos riesgos que  el que va a su lado y le tiene fobia a volar? . ¿La respuesta está en el hecho concreto -volar en un avión, en este caso- o en cómo observamos el contexto -si el piloto no está ebrio, por ejemplo- y a partir de eso nos posicionamos subjetivamente frente al hecho objetivamente riesgoso de ir en un aparato de miles de toneladas que no toca el suelo?


Carlos lo pudo trabajar bajo esa perspectiva. Le costó mucho. Es que el  que  busca encontrar en el otro la respuesta a su  propia pérdida de confianza, puede alcanzar la conducta de un adicto  -pensemos en el adicto al juego, por ejemplo-. Ese que siempre va por más, porque mantiene la fantasía de que la próxima  vez  si al fin lo logrará. Pero la próxima vuelve a fallar, y todo vuelve a empezar.  Y cada vez está más adentro, y la salida está mas lejos, pero el final más cerca. 

Carlos empezó a reconocer que cuánto más se acercaba para mirar qué hacía su esposa, más perspectiva perdía de ella, de la relación y de lo que estaba pasando. Es una cuestión de la física  y de la óptica  : mirando de cerca, veo más detalles, pero no me ayuda a comprender el todo de lo que pasa. No me ayuda a construir sentido a lo que estoy viviendo.  

Entonces, frente a esto, la respuesta es : distancia.  Una distancia que se merecen los dos. "Siento que la pongo como una mosca bajo la lupa" dijo Carlos un día. Y ahí puedo empezar a retroceder.

Así que -para construir esa distancia- Carlos puso en práctica la abstinencia. Si, si, tal cual un adicto. En este caso : la abstinencia de  buscar la respuesta en ella. Se sentía morir cada vez que no miraba el  GPS, que pasaba al lado de notebook mientras ella se bañaba y no la abría, que ignoraba los mensajes del celular.  Pero lo fue haciendo y la perspectiva de su mirada fue modificándose. 

Es que  esa distancia, esa abstinencia a la compulsión de seguir a su esposa , no significa "no querer saber". al contrario, fue esa distancia la que le permitió empezar a ver otras cosas. A comprender. A darse cuenta.

Así lo supo : Hacía años que no confiaba en ella.  Y que evidentemente ella tampoco confiaba en él. Y que ambos tenían mucho por reprocharse. No sólo él. 

Y esa falta de confianza lejos estaba de si tenía o no tenía relaciones con otras personas . Tenía mil motivos muchos más serios para no confiar uno en el otro. 

Es más, pudo un día al fin darse cuenta de que si ella estaba con otro hombre, saberlo o no saberlo no era lo que determinaba la decisión  que hace bien tomar cuando ya no se confía.

Por supuesto que supo al fin que se tenía que separar.  Hacía años que se habían alejado,  que no podían reconstruír el diálogo que tal vez nunca habían tenido, hacía años que se  había ocultado a su propia mirada la realidad de quién era  el otro y de la relación que mantenían. Pero claro, era obvio, ella podía tener otro hombre, pero porque ya estaban lejos, tal vez porque nunca habían estado tan cerca como habían ilusionado. Y eso era lo importante. 

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