Psicologa Social Maria Mondelli. Autora
Tecnología e infidelidad
La noticia dice que cada vez se inician más demandas de divorcio que tienen como causa la infidelidad comprobada mediante la tecnología : emails, mensajes de texto, chat, etc.
Carlos entró a la consulta como loco.
Ya la seguía con el GPS del teléfono móvil, le revisaba los mensajes de texto, la cuenta de mail y hoy la había perseguido con el auto. Estaba seguro que tenía otro hombre.
Pero otra vez más no había encontrado nada que le confirmara y mucho que le hiciera dudar.
Y ahí recomenzaba el problema.
Cuando no se cree en el otro, cuando se sospecha, no alcanza con no encontrar las pruebas. La falta de confianza ya está instalada y siempre se piensa que se puede ir más allá. Ir siempre por más, para saber. Y este camino no tiene límite para el que busca encontrar, y puede transformarse en una obsesión y de allí a vivir un infierno. Y hasta a la violencia, en un vínculo que no tuvo esta característica hasta ese momento.
Entonces, si con no encontrar no va a alcanzar para confiar, ¿Estará en "buscar encontrar" la respuesta a la pérdida de confianza en la pareja?.
Pensemos : cuando "creemos" en la pareja, ¿es porque resulta razonable descartar de plano que el otro pueda sentirse sexualmente atraído por otra persona que no seamos nosotros o nosotros por otra persona que no sea él?. ¿O es que aceptamos convivir con el grado de incerteza que la condición humana implica, tal como quien sube a un avión y viaja tranquilo. aunque corra los mismos riesgos que el que va a su lado y le tiene fobia a volar? . ¿La respuesta está en el hecho concreto -volar en un avión, en este caso- o en cómo observamos el contexto -si el piloto no está ebrio, por ejemplo- y a partir de eso nos posicionamos subjetivamente frente al hecho objetivamente riesgoso de ir en un aparato de miles de toneladas que no toca el suelo?
Carlos lo pudo trabajar bajo esa perspectiva. Le costó mucho. Es que el que busca encontrar en el otro la respuesta a su propia pérdida de confianza, puede alcanzar la conducta de un adicto -pensemos en el adicto al juego, por ejemplo-. Ese que siempre va por más, porque mantiene la fantasía de que la próxima vez si al fin lo logrará. Pero la próxima vuelve a fallar, y todo vuelve a empezar. Y cada vez está más adentro, y la salida está mas lejos, pero el final más cerca.
Carlos empezó a reconocer que cuánto más se acercaba para mirar qué hacía su esposa, más perspectiva perdía de ella, de la relación y de lo que estaba pasando. Es una cuestión de la física y de la óptica : mirando de cerca, veo más detalles, pero no me ayuda a comprender el todo de lo que pasa. No me ayuda a construir sentido a lo que estoy viviendo.
Entonces, frente a esto, la respuesta es : distancia. Una distancia que se merecen los dos. "Siento que la pongo como una mosca bajo la lupa" dijo Carlos un día. Y ahí puedo empezar a retroceder.
Así que -para construir esa distancia- Carlos puso en práctica la abstinencia. Si, si, tal cual un adicto. En este caso : la abstinencia de buscar la respuesta en ella. Se sentía morir cada vez que no miraba el GPS, que pasaba al lado de notebook mientras ella se bañaba y no la abría, que ignoraba los mensajes del celular. Pero lo fue haciendo y la perspectiva de su mirada fue modificándose.
Es que esa distancia, esa abstinencia a la compulsión de seguir a su esposa , no significa "no querer saber". al contrario, fue esa distancia la que le permitió empezar a ver otras cosas. A comprender. A darse cuenta.
Así lo supo : Hacía años que no confiaba en ella. Y que evidentemente ella tampoco confiaba en él. Y que ambos tenían mucho por reprocharse. No sólo él.
Y esa falta de confianza lejos estaba de si tenían o no tenía relaciones con otras personas . Tenían mil motivos muchos más serios para no confiar uno en el otro.
Es más, pudo un día al fin darse cuenta de que si ella estaba con otro hombre, saberlo o no saberlo no era lo que determinaba la decisión que hace bien tomar cuando ya no se confía.
Por supuesto que supo al fin que se tenían que separar. Hacía años que se habían alejado, que no podían reconstruír el diálogo que tal vez nunca habían tenido, hacía años que se habían ocultado a sus propias miradas la realidad de quién era el otro y de la relación que mantenían. Pero claro, era obvio, ella podía tener otro hombre, pero porque ya estaban lejos, tal vez porque nunca habían estado tan cerca como habían ilusionado. Y eso era lo importante.
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